2:00 a.m.




Fueron las estrellas quienes me elevaron hasta el cielo mientras me perdía en la infinidad de mi desconsuelo.Mientras mi reloj marca la 1:36 am, mi mente se mal viaja hacia el infinito recordándote, haciéndome perder el sueño, el suelo e incluso la cama. 

Nuestra historia la puedo dividir en dos: cuando te tuve acogida en mi calor y ahora, que lo más cerca que puedo tenerte es a una risa de distancia. Hemos vuelto al principio. A los momentos en los que sólo podía contemplarte de lejos, en silencio. Torturándome al controlar mis ganas de correr y hacer tus huesos resonar en mis brazos. 

La diferencia es que antes sólo imaginaba. No sabía realmente lo que deseaba porque nunca te había tenido. Ahora es distinto. Ya te tube. Ya sé lo que es, o mejor dicho, lo que fué; y recordar es mucho más complicado que imaginar. 

Recordarte me hace sentir mucha sed. 

Sed por tu mirada, tus besos y tus caricias. Por tu frío muriendo en mí. Por tu respiración agitada, tus sueños y nosotras a la orilla del mar. Por la intimidad que jamás fue. Por los jadeos y por las noches bajo las estrellas en mi cama. Sed por tu cuerpo encima del mío. 

Sed de probarte, tenerte, de extrañarte más, de morderte, contar tus poros, de respirar por ti… Es una sed de ti que quema, que desgarra mi garganta y debilita mi cuerpo cada que apareces frente a mis pupilas. 

Lo admito: me envicias. 

El deseo, el amor, la pasión y la lujuria son mi el pretexto perfecto. 

Y es un problema. 

Cuanto más duele mi garganta, más quiero que sigas provocándolo. Y provocándome. 

Necesito que esto continúe hasta que tengamos en nuestras manos un desastre que ninguna pueda limpiar. Para ver si así y sólo así, puedes notar las consecuencias de tu actuar

He visto como juegas a esconderte bajo el manto de la inocencia, haciendo creer al mundo que lo nuestro fue solo accidental. Pero olvidas que yo he visto lo que hay bajo tu pecho; conozco tu bien planeada estrategia y el lado rojo de tu ser. 

Por mi parte, seguiré fingiendo que no me doy cuenta, que ambas somos tan inocentes como la luna y que el fuego tenaz es apenas un fósforo en la oscuridad infinita del universo. 

Pero sabes bien que ardemos. Sabes bien que ardo por ti.

Asì que deja el miedo detrás y los juegos absurdos. Hazme extrañarte aún más, a lo descarado y vulgar. Que no te importe saber que te escucho decirle a ellos que tuviste un amor tan grande del que nunca podrás hablar. 

Lo nuestro ya fue. Lo sé. Y jamás volverá a ser. También lo sé. 

Pero el que ya no pueda tomarte más de la mano no elimina lo que mi corazón llegó a sentir ni hace más fácil el tener que pedirle que te olvide mientras tiene que mirarte a diario. 

¿Cómo le explico que aunque estés ahí frente a él ya no tiene permitido quererte? 

Ahora que las estrellas han tenido piedad y me han devuelto la cama, el sueño ha salido por la ventana, el piso ve morir mis deseos y el reloj ya marca las 6 con 34. 

Amo extrañarte. Y ya no sé que adicción es más grande: la que tengo por ti o la que tus recuerdos provoca. 

Necesito volver a aquel viernes en la madrugada, en el que sin importar que me conocías hace cinco minutos, me susurraste al oído que eras mía. O a los días en los que pensé jamás te volvería a ver.


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¡Gracias!

Te agradezco por soñar conmigo y dejarte llevar por el vaivén de mis palabras.